Ver a un perro con un collar de limones –insertados en un hilo, puesto alrededor de su cuello– es una estampa común, pero cada vez más lejana: el mito de que así se evita que el moquillo aqueje a la mascota del hogar se identifica ya como una medida inefectiva, un mito anticuado que, afortunadamente, va quedándose en el olvido.
Esa creencia, tan popular en México, tiene sus equivalentes en otros países donde se usa, por ejemplo, un collar hecho con corchos quemados y otro de granos de maíz (o mazorcas) también quemadas, pues se cree que también alejan el moquillo, que es una enfermedad viral que provoca catarro a los perros y puede llegar a ser mortal si no se atiende oportunamente por un veterinario.
Así como hay una regla determinante que apunta que las personas no deben automedicarse, lo mismo ocurre con las mascotas. Tal como ocurre con las personas, los remedios caseros usualmente no mejoran la condición de los animales y, por el contrario, en no pocas ocasiones las empeoran.
Por ejemplo, darle medicamentos diseñados para seres humanos pueden causarles intoxicaciones y hasta envenenamientos. Pocos lo saben, pero sustancias como el ibuprofeno o el paracetamol pueden ser muy peligrosos para los perros.
De igual forma, la leche, el ajo y la cebolla pueden causarles una intoxicación antes que funcionar como remedio de cualquier mal. Untarles aceite quemado y otras sustancias para solucionar enfermedades en la piel, también pone en peligro sus vidas.
Así que en cuanto se detecte un cambio de comportamiento o de apariencia física en un perro –olores, temperatura, respiración, digestión, etcétera– es indispensable acudir al veterinario y evitar, a toda costa, medicarlos por cuenta propia. Por ejemplo, un moquillo que no se trata oportunamente puede derivar en daños al sistema nervioso del perro e, incluso, comprometer su vida.
Hoy, que según Inegi, siete de cada 10 casas en México tiene alguna mascota (y el 80% de ellas son perros) hemos aprendido a convivir más con los animales y, poco a poco, vamos dándoles otro trato, uno que respeta su naturaleza y que implica nutrirlos con alimentos adecuados para ellos, por ejemplo. Lo mismo ocurre con sus vacunas y cuidado médico.
¿Qué elementos sí pueden seguirse para cuidar la salud de los perros de la casa? Nutrirlos con la cantidad y clase de comida que les hace bien, abrigarlos en épocas de frío, protegerlos de las temperaturas extremas, cerciorarnos de que cuentan con agua fresca para hidratarse y cumplir con el cuadro de vacunación y medicina preventiva que requieren.
Por supuesto, también bañarlos… pero no constantemente. De hecho, un exceso de limpieza (y los jabones diseñados para humanos) pueden dañar su piel y pelaje, además de causarles hongos. El cepillado y el aseo irán acorde a la raza del perro y a su interacción con el medio ambiente. Hay perros que, por ejemplo, corren en el campo, que requerirán sesiones de limpieza distintas a las de un perrito de compañía que no sale de su casa.
Según la Organización Internacional de Sanidad Animal (OIE), el bienestar animal es: “El estado físico y mental de un animal en relación con las condiciones en las que vive y muere”. En esa búsqueda, no debe haber lugar para actitudes y acciones que puedan poner en riesgo su salud e integridad. Es la nueva forma de relacionarse con los animales de compañía.
En esta misma ecuación, el cuidado del perro de la casa también puede darse a través de una póliza de seguro que lo respalda en caso de accidentes, tanto en su salud como en los daños que puedan derivar de los mismos. GMX Seguros tiene Medipet, la pionera y más completa del mercado. Un hecho fehaciente para derrumbar los mitos que ponen en peligro la salud integral de tu perro.